sábado, 29 de abril de 2017

Iglesia, Cultura y Evangelismo



Iglesia, cultura, evangelismo… ¿Es función de la iglesia interpretar la cultura para ser más precisos en la predicación del evangelio? ¿acaso es la cultura una herramienta, o una situación que expone la condición del hombre? ¿no se corre el peligro de predicar un evangelio soslayado, dejando de esta manera el propósito y el fundamento y esencia del evangelio? Para ser más preciso, muchas culturas primitivas andinas, que algunas llevan el título de tribus originarias, llevan en su seno practicas idolátricas y un abuso desmedido de la mujer, ¿usaremos esas herramientas para ser más precisos en la predicación del evangelio?, ahora hay otra trampa en la que se han inmiscuido los cristianos, y es el tema de las etnias, una etnia es algo más complejo que una tribu originaria, estas están condicionadas por raza, una comunidad y un parámetro lingüístico y a una situación política incluso. Es decir entonces, que hay una enorme distancia cultural entre unos y otros, anhelar ir a las etnias sin una construcción cultural por un lado y sin una formación teológica cultural por otro, es como escalar el Everest sin oxígeno.

La mala interpretación del texto de Romanos 1:16 es la consecuencia de los desvaríos o las desviaciones. El evangelio e poder de Dios, «de Dios» no de los métodos, «de Dios»” no de los hombres. «poder» es una palabra sacada de su contexto, es decir cada predicador hace un uso anacrónico de esta idea, colocando se él como fuente de “poder” retorico con un uso excesivo de una homiletética desbordada, bien prolijita y aliterada, pero anacrónica. Ahora Cuando Dios envió a su hijo, los envió desde la eternidad, y cuando este llego al contexto de los hombres su presencia quebranto, rompió, desmembró las estructuras políticas, religiosas, culturales y sociales, los mismo sucedió en su ministerio y su resurrección. El poder de Dios dio su manifestación en estos eventos, fueron hechos históricos como testimonios de su deidad en el contexto de los hombres. Estos hechos de poder son evidencias terrenales desde la eternidad, analice detenidamente los versículos de Romanos 1:18-20. Notara Uds. que es Dios quien se revela por medio del evangelio, por ende, el poder está en Dios y es desde el que procede, hace tiempo escuche una frase que decía lo siguiente “Dios es el evangelio” dude por mi concepción estructurada, hoy estoy convencido por las escrituras que Dios es el evangelio.



Cuando los reformadores empezaron a mirar las escrituras, claro que miraron la cultura y la política, la religión y no se inmiscuyeron en esos asuntos, ellos vieron el evangelio eterno que es a-cultural, es decir no está condicionado por la cultura ni necesita de ella, no va hacia las etnias como una verdad que se acomoda a su modo de vida. El evangelio es eterno, el evangelio es de Dios 1º Tesalonicenses. 2:2,8-9 1º Timoteo 1:1. 2º Timoteo 1:10, los reformadores vieron este evangelio y quebraron toda la estructura que les rodeaba, ¿fue por su poder dialectico?, ¿por su poder retorico?, ¿fue por su homilética ordenada? No, fue por el uso de los recursos eternos de Dios, ellos tenían este tesoro en vasos de barro 2º Corintios 4:7 (sus propias vidas) “para que la excelencia del poder sea Dios”. Entonces que esto de Iglesia, cultura y evangelismo…bueno no es otra cosa más que un neo reduccionismo de las verdades fundamentales del evangelio, el uso excesivo de personas “profesionales” políticos y psicólogos para abordar la problemática socio cultural llevando en su seno un cristianismo relativo. Así que, veo en el futuro un panorama muy extraño, un clima raro, y en medio de todo lo que me rodea después de contemplar un evento histórico como la reforma, me paro observo con detenimiento la precisión de las escrituras y lo único que veo es, manchas en nuestros ágapes, nubes sin agua, arboles otoñales, ondas fieras de mar, estrellas errantes. De todas estas cosas queda a ud hacer un propio análisis de su conciencia hacia a donde ud se dirige, pero recuerde en este camino hay una profunda soledad, pero con una profunda convicción la de ser fiel al Señor hasta la muerte, pero no para nuestra gloria, sino por su gloria y para su gloria. Porque él es poderoso para preservarnos sin caída hasta nuestro encuentro. Judas 24-25.

Mario Grigüelo
ensayo sobre a Reforma