Este salmo de
David nos presenta al hombre de Dios huyendo del peligro y de sus perseguidores
como de Saúl a la cueva de Adulan (1 S.22) o En-gendi (1 S. 24). No son mucho
los hombres que anduvieron en peligro de muerte como David. Es probable que en
estos días nuestras vidas se hallen en el umbral de problemas y peligro como
esta pandemia que esta aterrorizando a miles de personas que desearía escapar a
una cueva como David. La fe nos llena de gozo cuando es probada por el
Autor de las pruebas, pero nunca nos libra de tomar las precauciones
indispensables. Para una fe firme poco importa los días malos cuando
somos fortalecidos en la gracia para enfrentar los peligros de la vida a pesar
de no ver con claridad el propósito de Dios (R.8:28). Hay pruebas de todas clases,
pero cualquiera sea nuestra situación no debemos descuidar nuestra comunión con
Dios. En estos días malos que nos toca vivir, una manera de atravesar los
embates de la vida viene del corazón que está fijo en Dios. Este salmo nos
enseña como el hombre de Dios se mantiene firme bajo el amparo de Dios.
1.
El Ruego de David
(v.1,2)
¿A dónde corre el
justo en tiempo de crisis? ¿A dónde corría David? ¿Dónde se refugiaba cuando su
vida se encontraba entre leones? Muchas veces estamos tan obsesionado con algún
problema que nos hace olvidar de buscar la protección y el poder de Dios en
oración. David no hizo esto, sino que fijo su corazón en Dios a
través de la oración y puso toda su confianza en Él como su fuerte refugio,
para esconderse del peligro bajo la sombra de las de Dios. La gracia
de Dios es la demostración del amor de Dios que me da lo que
no merezco, en cambio, la misericordia de Dios es la
demostración del amor de Dios que no me da lo que merezco. La
misericordia es la acción del amor fiel y firme de un Dios que no cambia Su interés
por su pueblo (Os.2:19). Una de las razones de Su constante misericordia, son las
bendiciones no merecidas que proceden de su benignidad.
Una
comunión profunda en Su Dios le llevo a una confianza plena en la Persona de
Dios. David aprendió que todo lo que se
necesita para lograr una vida protegida, está en buscar de Dios Su comunión,
donde él podía ampararse bajo las sombras de las alas de las misericordias de Dios.
David pudo decir esto porque sabía lo era tener comunión con Dios “La
comunión intima de Jehová es con los que temen” (Sal.25:14). Hay muchos que
piensan que la plenitud de la vida es comprando las “cosas” adecuadas, pero no
hay “cosas” en esta vida que puedan traernos a esa plena comunión que sólo se
haya en la presencia de Dios. La vida de David se veía rodeada de enemigos como
“leones” hambrientos dispuesto a devorarle, pero allí en medio de la oscuridad
y la confusión saco sus ojos de la hostilidad de los hombres para volcar su
vida en oración y ruego al Dios Altísimo que cuida de sus hijos
como hace una madre con sus polluelos.
Se ha dicho con
razón que Dios creó al hombre y lo dejo incompleto por dentro en su
corazón con la necesidad de una compañera, y también en su
condición del alma vacía con la necesidad que le dio de
sed de comunión con Dios. También se ha dicho que el alma del hombre tiene
forma de Dios, porque sólo Dios la puede llenar. Por esta razón “sobre toda
cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida (Pr.4:23). No
cosa fácil fijar el corazón en Dios cuando el corazón está lleno
de ansiedades y de ambiciones. Las preocupaciones de la vida nos llevan a
aparatar nuestra mirada de las promesas de Dios y de los que Él es capaz de
hacer cuando lo llevamos todo en Su presencia en oración (Fil.4:6;
Dn.9:17-18). Juan nos dice: “que nuestra comunión es verdaderamente con el
Padre y con Su Hijo Jesucristo (1Jn.1:3-4). La comunión con Dios debe estar
libre de idolatría, donde no puede a ver dos señores (Nm.18:20; 1 Co. 10:6, 1
Ts.1:9). La plenitud de la vida se haya viviendo en Su presencia en comunión Su
Palabra y la oración. El salmista saco sus ojos de la confusión de este
mundo para poner toda su confianza en el Dios de la gloria (v.5,11).
2.
El Refugio de David
(v.1-3,5,11)
El refugio del
alma que confía en Dios no sólo está en su infinita misericordia sino también
bajo el amparo de sus alas, quien le asegura protección como las aves se
refugian bajo las alas de su madre. Las alas es una figura de los querubines
que cubrían el trono de la gracia en el propiciatorio del arca del pacto, que
simboliza la presencia y la protección de Dios (Éx.37:1-16;
17:8;36:7;61:4;63:7; 91:1,4). El único lugar donde el corazón estará seguro es
bajo la cubierta de Sus alas. Es allí donde el alma se hace fuerte y donde el
corazón se torna firme frente a los peligros de la vida. La sombra de Sus alas
no solo da protección, sino también nos provee el calor y el cuidado necesario
como lo haría un ave madre en su amor por sus polluelos.
Las
alas no sólo es un refugio del peligro, sino también un lugar de reposo para el
alma que espera en Su protección (Sal.91:1-4). Cuando
todas las bases de ayuda vana comienzan a derrumbarse, es en Dios que podemos
tener el amparo seguro para el corazón que ha determinado con firmeza seguir
cerca de Dios, que confiar en circunstancias favorables. Hay muchos que fijan
sus deseos en las cosas de esta tierra, que mantener fijo sus convicciones en
las cosas de arriba (Col.3:1-2). David no sólo se refugiaba bajo las alas de
Dios, sino también bajo el Dios Altísimo que favorece a los que
confían en Él (v.2). Es una declaración del alma que tiene su confianza en El
Todopoderoso que hace posible Sus promesas. Su Palabra es garantizada por sus
hechos, y Sus Promesas es garantizada sus dichos (v.3).
3.
La Resolución de David
(v.6-11)
El corazón del
salmista se despierta al alaba después de una noche oscura para cantar al Dios
de la gloria por las bendiciones de su misericordia y de su poder manifestado
en la liberación de sus enemigos (v.4-7). Después de la confianza y confusión
viene el canto del corazón que ha estado refugiado en la presencia de Dios
(v.1-3,7-11). Los planes del enemigo fueron aplastados por la manifestación del
poder y la presencia de Dios sobre su siervo. El corazón del salmista se llena
de canticos de alabanzas y de agradecimiento por las bendiciones de Su
misericordia y de Su verdad a favor de su causa. Pero se requiere de un corazón
fijo y determinado a confiar en Dios, para tomar la resolución de cantar al
Dios de la gloria, sabiendo que “mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo” (1 Jn. 4:4).
El corazón David
está pronto, “fijo está mi corazón, oh Dios, mi corazón está fijo”
(V.M). La idea de un corazón estable y fijo, viene al alma que es
sustentada por la gracia y sostenida por la verdad (v.8-10). La
resolución de un corazón fijo en Dios siempre tendrá una canción para Dios, y
no será removido por las pruebas de su confianza en Dios (Dn.1:8; Is.26:3;
He.13:9; 1 P.1:2). La mejor manera de afirmar el corazón es atando el alma
firmemente a la comunión con Dios. David estaba firme y confiado, no por la
seguridad que le daba una cueva, sino por mantener firme su corazón que no hay
nada desconocido para Dios que Él no pueda controlar.
El corazón de
David no sólo esta fijo en confianza, sino también en cantar
salmos y alabanzas al Dios de la gloria. Un corazón agradecido por las
bendiciones recibas no puede esperar que el alba le despierte, sino que él
despierta al alba con canticos que llena su alma de alabanza y de agradecimiento
por la intervención de la divina gracia y la gloria de la presencia de Dios en
favor de los que tienen un corazón fijo en Dios. Al final de la prueba el
salmista ya no ve su vida atrapada entre leones, sino que ve al Exaltado Dios
enviando desde los cielos su libramiento de los enemigos (v.3, 11). No
permitamos que ninguna nube de prueba oscurezca la manifestación de la gloria
del Señor exaltado. La gloria de Su persona va más allá de nuestros problemas
(Hch.16:23-25).
Alfonso Rojas, 23/3/2020
Agradecemos a nuestro querido hermano por su aporte en este tiempo.
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