jueves, 26 de marzo de 2020

El Corazón Fijo En Dios. (Sal.57:1-11)



Este salmo de David nos presenta al hombre de Dios huyendo del peligro y de sus perseguidores como de Saúl a la cueva de Adulan (1 S.22) o En-gendi (1 S. 24). No son mucho los hombres que anduvieron en peligro de muerte como David. Es probable que en estos días nuestras vidas se hallen en el umbral de problemas y peligro como esta pandemia que esta aterrorizando a miles de personas que desearía escapar a una cueva como David. La fe nos llena de gozo cuando es probada por el Autor de las pruebas, pero nunca nos libra de tomar las precauciones indispensables. Para una fe firme poco importa los días malos cuando somos fortalecidos en la gracia para enfrentar los peligros de la vida a pesar de no ver con claridad el propósito de Dios (R.8:28). Hay pruebas de todas clases, pero cualquiera sea nuestra situación no debemos descuidar nuestra comunión con Dios. En estos días malos que nos toca vivir, una manera de atravesar los embates de la vida viene del corazón que está fijo en Dios. Este salmo nos enseña como el hombre de Dios se mantiene firme bajo el amparo de Dios.

1.      El Ruego de David (v.1,2)
¿A dónde corre el justo en tiempo de crisis? ¿A dónde corría David? ¿Dónde se refugiaba cuando su vida se encontraba entre leones? Muchas veces estamos tan obsesionado con algún problema que nos hace olvidar de buscar la protección y el poder de Dios en oración. David no hizo esto, sino que fijo su corazón en Dios a través de la oración y puso toda su confianza en Él como su fuerte refugio, para esconderse del peligro bajo la sombra de las de Dios. La gracia de Dios es la demostración del amor de Dios que me da lo que no merezco, en cambio, la misericordia de Dios es la demostración del amor de Dios que no me da lo que merezco. La misericordia es la acción del amor fiel y firme de un Dios que no cambia Su interés por su pueblo (Os.2:19). Una de las razones de Su constante misericordia, son las bendiciones no merecidas que proceden de su benignidad

Una comunión profunda en Su Dios le llevo a una confianza plena en la Persona de Dios. David aprendió que todo lo que se necesita para lograr una vida protegida, está en buscar de Dios Su comunión, donde él podía ampararse bajo las sombras de las alas de las misericordias de Dios. David pudo decir esto porque sabía lo era tener comunión con Dios “La comunión intima de Jehová es con los que temen” (Sal.25:14). Hay muchos que piensan que la plenitud de la vida es comprando las “cosas” adecuadas, pero no hay “cosas” en esta vida que puedan traernos a esa plena comunión que sólo se haya en la presencia de Dios. La vida de David se veía rodeada de enemigos como “leones” hambrientos dispuesto a devorarle, pero allí en medio de la oscuridad y la confusión saco sus ojos de la hostilidad de los hombres para volcar su vida en oración y ruego al Dios Altísimo que cuida de sus hijos como hace una madre con sus polluelos.

Se ha dicho con razón que Dios creó al hombre y lo dejo incompleto por dentro en su corazón con la necesidad de una compañera, y también en su condición del alma vacía con la necesidad que le dio de sed de comunión con Dios. También se ha dicho que el alma del hombre tiene forma de Dios, porque sólo Dios la puede llenar. Por esta razón “sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida (Pr.4:23). No cosa fácil fijar el corazón en Dios cuando el corazón está lleno de ansiedades y de ambiciones. Las preocupaciones de la vida nos llevan a aparatar nuestra mirada de las promesas de Dios y de los que Él es capaz de hacer cuando lo llevamos todo en Su presencia en oración (Fil.4:6; Dn.9:17-18). Juan nos dice: “que nuestra comunión es verdaderamente con el Padre y con Su Hijo Jesucristo (1Jn.1:3-4). La comunión con Dios debe estar libre de idolatría, donde no puede a ver dos señores (Nm.18:20; 1 Co. 10:6, 1 Ts.1:9). La plenitud de la vida se haya viviendo en Su presencia en comunión Su Palabra y la oración. El salmista saco sus ojos de la confusión de este mundo para poner toda su confianza en el Dios de la gloria (v.5,11).
2.      El Refugio de David (v.1-3,5,11) 

El refugio del alma que confía en Dios no sólo está en su infinita misericordia sino también bajo el amparo de sus alas, quien le asegura protección como las aves se refugian bajo las alas de su madre. Las alas es una figura de los querubines que cubrían el trono de la gracia en el propiciatorio del arca del pacto, que simboliza la presencia y la protección de Dios (Éx.37:1-16; 17:8;36:7;61:4;63:7; 91:1,4). El único lugar donde el corazón estará seguro es bajo la cubierta de Sus alas. Es allí donde el alma se hace fuerte y donde el corazón se torna firme frente a los peligros de la vida. La sombra de Sus alas no solo da protección, sino también nos provee el calor y el cuidado necesario como lo haría un ave madre en su amor por sus polluelos. 

Las alas no sólo es un refugio del peligro, sino también un lugar de reposo para el alma que espera en Su protección (Sal.91:1-4). Cuando todas las bases de ayuda vana comienzan a derrumbarse, es en Dios que podemos tener el amparo seguro para el corazón que ha determinado con firmeza seguir cerca de Dios, que confiar en circunstancias favorables. Hay muchos que fijan sus deseos en las cosas de esta tierra, que mantener fijo sus convicciones en las cosas de arriba (Col.3:1-2). David no sólo se refugiaba bajo las alas de Dios, sino también bajo el Dios Altísimo que favorece a los que confían en Él (v.2). Es una declaración del alma que tiene su confianza en El Todopoderoso que hace posible Sus promesas. Su Palabra es garantizada por sus hechos, y Sus Promesas es garantizada sus dichos (v.3).

3.      La Resolución de David (v.6-11)
El corazón del salmista se despierta al alaba después de una noche oscura para cantar al Dios de la gloria por las bendiciones de su misericordia y de su poder manifestado en la liberación de sus enemigos (v.4-7). Después de la confianza y confusión viene el canto del corazón que ha estado refugiado en la presencia de Dios (v.1-3,7-11). Los planes del enemigo fueron aplastados por la manifestación del poder y la presencia de Dios sobre su siervo. El corazón del salmista se llena de canticos de alabanzas y de agradecimiento por las bendiciones de Su misericordia y de Su verdad a favor de su causa. Pero se requiere de un corazón fijo y determinado a confiar en Dios, para tomar la resolución de cantar al Dios de la gloria, sabiendo que “mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Jn. 4:4).

El corazón David está pronto, “fijo está mi corazón, oh Dios, mi corazón está fijo” (V.M). La idea de un corazón estable y fijo, viene al alma que es sustentada por la gracia y sostenida por la verdad (v.8-10). La resolución de un corazón fijo en Dios siempre tendrá una canción para Dios, y no será removido por las pruebas de su confianza en Dios (Dn.1:8; Is.26:3; He.13:9; 1 P.1:2). La mejor manera de afirmar el corazón es atando el alma firmemente a la comunión con Dios. David estaba firme y confiado, no por la seguridad que le daba una cueva, sino por mantener firme su corazón que no hay nada desconocido para Dios que Él no pueda controlar. 

El corazón de David no sólo esta fijo en confianza, sino también en cantar salmos y alabanzas al Dios de la gloria. Un corazón agradecido por las bendiciones recibas no puede esperar que el alba le despierte, sino que él despierta al alba con canticos que llena su alma de alabanza y de agradecimiento por la intervención de la divina gracia y la gloria de la presencia de Dios en favor de los que tienen un corazón fijo en Dios. Al final de la prueba el salmista ya no ve su vida atrapada entre leones, sino que ve al Exaltado Dios enviando desde los cielos su libramiento de los enemigos (v.3, 11). No permitamos que ninguna nube de prueba oscurezca la manifestación de la gloria del Señor exaltado. La gloria de Su persona va más allá de nuestros problemas (Hch.16:23-25).

                                                           Alfonso Rojas, 23/3/2020   



Agradecemos a nuestro querido hermano por su aporte en este tiempo.

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